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Ventanas

Mi relación con el espacio público en el arte empieza con la lectura del libro Qué viva la música de Andrés Caicedo, que me hace ir a buscar a la calle las canciones de salsa nombradas en él y el frenesí de la rumba de Cali. Estos desplazamientos físicos me hicieron reflexionar acerca del espacio por el que se movía mi cuerpo en bus o a pie y el espacio que ocupaba mi cuerpo en la representación pictórica.


Miraba hacia la montaña desde el barrio Miraflores, donde las casas y las calles empinadas me permitían tener una vista panorámica del barrio Siloé. En esa época, Siloé era un barrio de acceso restringido. Según se decía, para poder entrar, la visitante debía ir acompañada por alguien conocido de la gente del barrio.


Frente al miedo de desplazarme físicamente por estos lugares, empecé a pintarlos, imaginándome el espacio que podían ocupar los cuerpos de las personas que ahí vivían. La mayoría de esas pinturas las hice en formatos pequeños y medianos. 

Son planos generales de especies de vistas aéreas. Otras, son detalles de zonas de la ciudad y cuerpos muertos representados como especies de pantalones de tela colgados. 


Esta vista aérea era una forma de aprehender en su totalidad ese vasto espacio desconocido. Estos trabajos se titularon: Calle, Sin ventana, Ventana adentro,Ventana abierta, Ventana, ya que muchos de estos espacios imposibles de recorrer físicamente fueron recorridos, desde la distancia, mirando a través de una ventana.